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El origen de la fiesta literaria del Bloomsday

Si usted ha leído el Ulises, del autor irlandés James Joyce, seguro está familiarizado con ese día y con lo que se celebra. Si no, déjeme al menos meterle la cosquillita (para que, de paso, le den muchas ganas de averiguar de qué se trata abriendo las páginas del citado libro), con la ayuda de Lily Rothman y un artículo publicado en TIME que ahonda más bien en las razones personales del creador de la obra.

El 16 de junio de 1904 fue un gran día en la romántica vida de Leopold Bloom, el protagonista de la novela, al menos dentro de su cabeza. Pero para el propio autor, los sucesos de ese día fueron más cruciales y concretos:

James-Joyce

Precoz como escritor, Joyce también fue precoz sociológicamente. Tuvo su primer encuentro sexual a los 14 años de edad con una prostituta en los márgenes del río. Una pequeña mancha de degradación aún se cernía sobre su idea del sexo (una de las muchas paradojas en su vida). Fue “casi alcohólico”, y aun así trabajaba su escritura con una austeridad monacal. Tuvo el coraje de enfrentar una ceguera inminente, once operaciones oftalmológicas y la locura de su hija Lucía, pero le temía a los perros y a los truenos. Renunció al catolicismo romano, pero nunca pudo liberar su mente de las teorías de Tomás de Aquino y de Aristóteles. Despreciaba su tierra natal. La abandonó; sin embargo su amargura se debía a causa de un eterno deseo de regresar. Es poca sorpresa que Nora alguna vez le dijera a una amiga: “No te puedes imaginar lo que fue para mí ser arrojada a la vida de este hombre”.

Bloomplaque

A Joyce siempre le gustaba decir que Nora Barnacle había entrado como “paseando” a su vida cuando salió de ese hotel en el que trabajaba como mesera. El primer día que dieron una caminata juntos fue justo el 16 de junio de 1904, y Joyce siempre lo vio de una manera tan romántica que lo convirtió en el Bloomsday, el día que todo pasa en Ulises. Nora sólo tenía estudios básicos, pero cuando Joyce le habló a bocajarro de sus sueños literarios y luego proclamó: “¿Hay alguien que me entienda?”, Nora entendió lo suficiente para decir que sí. Se escaparon juntos a Europa continental (no se casaron sino 27 años después) y él juró “probarse a sí mismo contra los poderes del mundo”.

 

La obra maestra de Joyce fue publicada en París en 1922 y, después de una larga batalla sobre la censura, en Estados Unidos, en 1934. La primera traducción al español se publicó en Buenos Aires en 1945, por la editorial Santiago Rueda, y es de José Salas Subirat.